Es maravilloso tener un calendario plagadito de días
para celebrar: el Día de la Tierra, el Día del marciano, el de la patata, la
remolacha, el Día del Niño, el de la Mujer… ¡y el de la Madre!
Hay quien dice que no es necesario que nadie marque
una fecha para que nos queramos más, incluso los hay que hacen de esto una
cruzada anticapitalista, por aquello de las comparas, los regalos por
compromiso, el marketing, etc.
Yo, sin embargo, disfruto como una loca. Me encanta
celebrar, buscar excusas para juntarse, comer a lo loco y reír en buena
compañía… Y sobre todo, me encanta celebrar lazos.
Y de eso quería yo hablar… De los lazos que nos
unen, no de los que nos atan.
Porque no hay lazo más fuerte que el de la
maternidad. Traer a otro ser a este mundo, acompañarle desde sus primeros
pasos, observar, guiar, caminar junto a ese ser que es parte de ti. Fascinante.
Genera en mí una sensación de terror placentero. Me
explico: miedo a todo lo que rodea a ese nuevo ser, a hacer las cosas mal, a
equivocarse, a que le pase algo… pero placer por descubrir, sentir ese amor tan
profundo, ser responsable y acompañante. Fascinantemente aterrador.
Y es que nos aterroriza, pero en realidad nos
pasamos toda la vida creando lazos. Desde nuestros primeros segundos en este
mundo estamos enlazándonos: con nuestra familia, nuestros primeros compañeros
de cole, de parque, de natación, de la academia, del equipo de fútbol. Con las
vecinas, los amigos de la familia… ¡y así por un millón!
Una vez que un lazo es creado, la persona queda
tocada para siempre, y para siempre es esa relación que se crea, porque de una
manera u otra, y pese a que las personas pasan por nuestras vidas y se van,
siempre dejan algo suyo en nosotros. Como dice el zorro del Principito, si
domesticas a alguien, ya eres para siempre responsable de él.
Pero cuidadín, cuidadín, porque hay quien puede
entender que domesticar implica cambiar, modelar, moldear, hacer de la otra
persona lo que quiero que sea… ¡¡¡¡¡NOOOOO!!!!!
Domesticar es amar, compartir la vida, caminar
juntos. Lazos, no cadenas.
Las cadenas atan, asfixian, hacen enloquecer y crean
dependencia, que no es sino una manera enferma de querer. Las personas se unen
las unas a las otras, no se encadenan. Se unen mediante lazos de amistad, de
amor, de vida compartida, de risas e independencia, de libertad.
Escucha este cuento:
Escucha este cuento:
Comparte tu vida, ábrete, domestica sin pudor,
quiere con locura... Suelta tus cadenas. Mantén los nudos de tus lazos de manera que no te impidan caminar, no te impidan ser libre, ser TÚ.
Y nunca olvides que formas parte de la vida de otras
muchas personas. Sin cadenas.