domingo, 5 de mayo de 2013

SOBRE LOS LAZOS


Es maravilloso tener un calendario plagadito de días para celebrar: el Día de la Tierra, el Día del marciano, el de la patata, la remolacha, el Día del Niño, el de la Mujer… ¡y el de la Madre!

Hay quien dice que no es necesario que nadie marque una fecha para que nos queramos más, incluso los hay que hacen de esto una cruzada anticapitalista, por aquello de las comparas, los regalos por compromiso, el marketing, etc.

Yo, sin embargo, disfruto como una loca. Me encanta celebrar, buscar excusas para juntarse, comer a lo loco y reír en buena compañía… Y sobre todo, me encanta celebrar lazos.

Y de eso quería yo hablar… De los lazos que nos unen, no de los que nos atan.

Porque no hay lazo más fuerte que el de la maternidad. Traer a otro ser a este mundo, acompañarle desde sus primeros pasos, observar, guiar, caminar junto a ese ser que es parte de ti. Fascinante.

Genera en mí una sensación de terror placentero. Me explico: miedo a todo lo que rodea a ese nuevo ser, a hacer las cosas mal, a equivocarse, a que le pase algo… pero placer por descubrir, sentir ese amor tan profundo, ser responsable y acompañante. Fascinantemente aterrador.

Y es que nos aterroriza, pero en realidad nos pasamos toda la vida creando lazos. Desde nuestros primeros segundos en este mundo estamos enlazándonos: con nuestra familia, nuestros primeros compañeros de cole, de parque, de natación, de la academia, del equipo de fútbol. Con las vecinas, los amigos de la familia… ¡y así por un millón!

Una vez que un lazo es creado, la persona queda tocada para siempre, y para siempre es esa relación que se crea, porque de una manera u otra, y pese a que las personas pasan por nuestras vidas y se van, siempre dejan algo suyo en nosotros. Como dice el zorro del Principito, si domesticas a alguien, ya eres para siempre responsable de él.



Pero cuidadín, cuidadín, porque hay quien puede entender que domesticar implica cambiar, modelar, moldear, hacer de la otra persona lo que quiero que sea… ¡¡¡¡¡NOOOOO!!!!!

Domesticar es amar, compartir la vida, caminar juntos. Lazos, no cadenas.

Las cadenas atan, asfixian, hacen enloquecer y crean dependencia, que no es sino una manera enferma de querer. Las personas se unen las unas a las otras, no se encadenan. Se unen mediante lazos de amistad, de amor, de vida compartida, de risas e independencia, de libertad. 

Escucha este cuento:




Comparte tu vida, ábrete, domestica sin pudor, quiere con locura... Suelta tus cadenas. Mantén los nudos de tus lazos de manera que no te impidan caminar, no te impidan ser libre, ser TÚ. 

Y nunca olvides que formas parte de la vida de otras muchas personas. Sin cadenas.

1 comentario:

  1. Que cierto!! Hay quien no sabe diferenciar entre enlazar y encadenar y eso trae tantos dolores de cabeza...
    Cuando estar con alguien es un placer y no una obligación siempre te quedan ganas de volver, y quien quiere (como nuestras madres) te da alas para volar y raíces para volver. Me ha encantado esta chocolatina de hoy!!

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