Debo reconocer antes que nada que soy bastante dada
al drama y a la melancolía… o eso dicen. Debe de ser esto de vivir en un otoño
constante, con excepciones soleadas aquí y allá. A pesar de ser una buscadora
de sol compulsiva, la melancolía me gana a veces la partida y me gusta dejarme
llevar, por qué no.
Hoy, por ejemplo, me he despertado con el firme propósito
de hacerme bicho-bola en el sofá y dejarme hacer, dejar que pasen las horas sin
más y amanecer mañana, confiando en que Lorenzo se haya despertado de una vez y
me regale un poco de energía.
Y es que nunca he entendido la necesidad que tiene
la gente de intentar animarte cuando tienes una mierda de día o la Ley de
Murphy se instala en tu vida. “Venga, mujer, anímate.” ¡Basta ya!
En realidad nada es tan grave como para querer
levantarme y andar. Las cosas realmente duras de la vida te empujan hacia
delante inevitablemente, son las más nimias y petardas las que te inmovilizan y perturban hasta el punto de
encerrarte en tu mazmorra particular. Una pelea, una mala palabra, estrés por
el curro de turno, estrés por no tener curro, la familia que invade y asfixia,
un amor que quieres dar por olvidado, pero que acude a tu vida cada año para
que nunca olvides que existió. Son esas cosas las que nos piden drama a gritos.
Volvamos al encierro voluntario. Para empezar
necesitas una mazmorra. Todos tenemos una. Es ese espacio particular y secreto
que te hace sentirte lejos de todo, lejos del mundo. Ese lugar que no
compartirías con nadie ni en caso de ataque nuclear. Es tuyo. Y es tan
importante y especial precisamente porque no lo conoce nadie, nadie podría
acceder a él sin un pase VIP. ¡Qué a gustito!
Una vez has encontrado tu mazmorra, que nada te
impida encerrarte en ella. Anula citas, compromisos y quedadas. La soledad va a
ser tu aliada, nadie más está invitado. Es tu día, o tu rato.
Rodéate de recuerdos, de todo aquello que haga que
las emociones salgan, te invadan y puedas regodearte a gusto en ellas: tristeza,
amor, decepción, venganza, odio, rencor, dolor, lucha, lágrimas. Que todo eso sea parte de
ti por este rato, no bloquees, no reprimas, no pienses. Deja que salga y te
envuelva, créeme, todo es curativo, todo es parte de ti. Sólo tienes que parar
de controlarlo todo, de controlarte. Llora, grita, duerme, ríe… Vete sintiendo
y nombrando lo que te hace sentir.
El tiempo lo decides tú, de ti depende que el drama
dure más o menos. Deja que sea tu piel la que hable, tu corazón el que diga “ya
pasó”.
Poco a poco, vete dejando que tu mente vuelva a ser
tuya, que las emociones dejan de tener el control y que vuelves a ser tú,
plena, feliz, tranquila.
Ha llegado el momento de terminar, y esto es muy
importante: es fundamental que la vida no sea un drama, sino que el drama sea
una parte de la vida. Temporal. Catártico. Revitalizante.
¿Cómo te sientes? Probablemente hecha mierda, pero
pasará. Ahora toca seguir, cerrar con llave la mazmorra y salir a la vida, volver
a poner en marcha la agenda y el reloj. Pero ahora, sin ninguna duda, caminas sin
cargas, porque lo has dejado todo fuera de ti. ¡Eres libre!
Hay veces en la vida en que no sabemos si reír o
llorar, si lo que nos pasa está en nuestra cabeza o de verdad existió, si
vivimos una realidad o una fantasía, si tenemos razones para estar o sentirnos
de una determinada manera. Y nos dejamos convencer de que lo mejor es seguir
para adelante, sin más. ¡¡NO!!
Son estos momentos de drama queen los que nos dan la
vida, los que nos limpian por dentro para estar limpios por fuera. Y quien diga
lo contrario miente. O no siente, que es peor. Hay que dejar que las emociones
broten, ponerles nombre y vivirlas, porque si no corremos el enorme riesgo de
que se hagan bola dentro de nosotros y nos asfixien, no nos dejen vivir.
Os invito de verdad a que probéis, pongáis la alarma
en el despertador, bajéis las persianas si es necesario, pongáis el cd más doloroso
que tengáis, cantéis entre lágrimas, rompáis fotos, insultéis, pataleéis, comáis
chocolate hasta reventar y cuando suene el reloj, os sintáis dueños de vosotros
mismos, tranquilos y libres.
Funciona. ¿A qué esperáis, reyes del drama?