viernes, 26 de julio de 2013

DE CÓMO DRAMATIZAR EN CONDICIONES

Debo reconocer antes que nada que soy bastante dada al drama y a la melancolía… o eso dicen. Debe de ser esto de vivir en un otoño constante, con excepciones soleadas aquí y allá. A pesar de ser una buscadora de sol compulsiva, la melancolía me gana a veces la partida y me gusta dejarme llevar, por qué no.

Hoy, por ejemplo, me he despertado con el firme propósito de hacerme bicho-bola en el sofá y dejarme hacer, dejar que pasen las horas sin más y amanecer mañana, confiando en que Lorenzo se haya despertado de una vez y me regale un poco de energía.

Y es que nunca he entendido la necesidad que tiene la gente de intentar animarte cuando tienes una mierda de día o la Ley de Murphy se instala en tu vida. “Venga, mujer, anímate.” ¡Basta ya!

En realidad nada es tan grave como para querer levantarme y andar. Las cosas realmente duras de la vida te empujan hacia delante inevitablemente, son las más nimias y petardas las que te  inmovilizan y perturban hasta el punto de encerrarte en tu mazmorra particular. Una pelea, una mala palabra, estrés por el curro de turno, estrés por no tener curro, la familia que invade y asfixia, un amor que quieres dar por olvidado, pero que acude a tu vida cada año para que nunca olvides que existió. Son esas cosas las que nos piden drama a gritos.

Volvamos al encierro voluntario. Para empezar necesitas una mazmorra. Todos tenemos una. Es ese espacio particular y secreto que te hace sentirte lejos de todo, lejos del mundo. Ese lugar que no compartirías con nadie ni en caso de ataque nuclear. Es tuyo. Y es tan importante y especial precisamente porque no lo conoce nadie, nadie podría acceder a él sin un pase VIP. ¡Qué a gustito!

Una vez has encontrado tu mazmorra, que nada te impida encerrarte en ella. Anula citas, compromisos y quedadas. La soledad va a ser tu aliada, nadie más está invitado. Es tu día, o tu rato.

Rodéate de recuerdos, de todo aquello que haga que las emociones salgan, te invadan y puedas regodearte a gusto en ellas: tristeza, amor, decepción, venganza, odio, rencor, dolor, lucha, lágrimas. Que todo eso sea parte de ti por este rato, no bloquees, no reprimas, no pienses. Deja que salga y te envuelva, créeme, todo es curativo, todo es parte de ti. Sólo tienes que parar de controlarlo todo, de controlarte. Llora, grita, duerme, ríe… Vete sintiendo y nombrando lo que te hace sentir.

El tiempo lo decides tú, de ti depende que el drama dure más o menos. Deja que sea tu piel la que hable, tu corazón el que diga “ya pasó”.

Poco a poco, vete dejando que tu mente vuelva a ser tuya, que las emociones dejan de tener el control y que vuelves a ser tú, plena, feliz, tranquila.

Ha llegado el momento de terminar, y esto es muy importante: es fundamental que la vida no sea un drama, sino que el drama sea una parte de la vida. Temporal. Catártico. Revitalizante.

¿Cómo te sientes? Probablemente hecha mierda, pero pasará. Ahora toca seguir, cerrar con llave la mazmorra y salir a la vida, volver a poner en marcha la agenda y el reloj. Pero ahora, sin ninguna duda, caminas sin cargas, porque lo has dejado todo fuera de ti. ¡Eres libre!

Hay veces en la vida en que no sabemos si reír o llorar, si lo que nos pasa está en nuestra cabeza o de verdad existió, si vivimos una realidad o una fantasía, si tenemos razones para estar o sentirnos de una determinada manera. Y nos dejamos convencer de que lo mejor es seguir para adelante, sin más. ¡¡NO!!

Son estos momentos de drama queen los que nos dan la vida, los que nos limpian por dentro para estar limpios por fuera. Y quien diga lo contrario miente. O no siente, que es peor. Hay que dejar que las emociones broten, ponerles nombre y vivirlas, porque si no corremos el enorme riesgo de que se hagan bola dentro de nosotros y nos asfixien, no nos dejen vivir.

Os invito de verdad a que probéis, pongáis la alarma en el despertador, bajéis las persianas si es necesario, pongáis el cd más doloroso que tengáis, cantéis entre lágrimas, rompáis fotos, insultéis, pataleéis, comáis chocolate hasta reventar y cuando suene el reloj, os sintáis dueños de vosotros mismos, tranquilos y libres.


Funciona. ¿A qué esperáis, reyes del drama?

1 comentario:

  1. Leave the drama for your mama! Lo leí el otro día y me encantó jajaja.

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