Hace muchos años vi una película que me sorprendió.
Dos hermanos, uno muy guapo y elegante y otro no tanto, hacían un viaje. El
guapo parecía querer mucho al que no lo era tanto y el otro, a su vez, parecía
molesto y nervioso. En mitad del viaje deciden parar en uno de esos bares de
carretera de las pelis americanas donde la camarera, casi siempre rubia y
vestida de rosa al estilo enfermera de los 50, te rellena una y otra vez la
taza con un líquido que se parece más a un flash de coca cola que a café. En
fin, al grano. En esas están los hermanos cuando algo ocurre y cae al suelo,
creo recordar, una caja de palillos. Sólo transcurren unos segundos y el
hermano no tan guapo, pero igual de famoso, eso sí, dice en voz alta el número
de palillos que hay en el suelo. ¿Cómo te quedas? Así me quedé yo.
A lo largo de mi vida profesional he tenido la gran
suerte de volver a cruzarme con personas con autismo, esta vez sin una pantalla
de por medio. Pura realidad. Es este un mundo muy desconocido aún para muchos,
y también para mí, por ser tan complejo y variado, infinitamente individual. La
mayor dificultad que trae consigo es la de entender un mundo, una realidad
vital, que les es ajena e intimidante, y que les lleva a vivir dentro de un universo
propio, creado a medida. Por ello, la manera de comunicarse y relacionarse es única
e individual, los mecanismos para entender el mundo e interactuar con él deben
ser aprendidos y pautados.
Y yo me pregunto: en un mundo en constante cambio y
movimiento, lleno de ruidos, en el que lo diferente es censurado y se premia lo
homogéneo, el rebaño, el ser igual que el vecino, ¿dónde quedan nuestras
características peculiares e individuales? ¿Cuál es el lugar para la persona
con autismo, para su propia visión del universo humano y social, para su
bienestar? ¿Hacemos lo suficiente por acoger, crear espacios, recursos? ¿Respetamos
la diversidad de nuestra sociedad, de nuestras escuelas, de nuestros recursos
sociales?
Me gustaría pensar que sí, como optimista incurable
que soy y quiero ser, pero la realidad se impone. Ni Rainman tuvo su lugar en
el mundo ni lo tendrán miles de personas con las mismas características si no
luchamos por dar a conocer sus historias, sus necesidades, sus dificultades y dones.
Hoy, 2 de abril, se dedica el día a este colectivo.
Para pensar, recordar, obtener fondos, investigar, crear conciencia… y yo me
uno a este movimiento de vida, junto con tantas otras personas, familias,
profesionales y seres humanos que respetan y buscan la igualdad en la
diversidad.
Pincha en el siguiente enlace y que este maravilloso corto sirva de ejemplo para que conozcas más el autismo y su realidad.
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